lunes, 30 de enero de 2012

12. Vivencias de xīn líng 心灵

Xīn líng  se pierde en el laberinto de emociones de su cerebro. El timbre interior lleva días dándole sobresaltos, pero cuando intenta rehuir su llamada, se produce una descarga de sentimientos que le impide hacerlo. Pero mejor vayamos a la raíz de su inquietud.
A la salida de clase, con el alboroto y la estampida como si se tratara de la huida de animalillos sedientos de libertad, Xīn líng pierde de vista a su amigo Hassan. Entre la confusión, a lo lejos, vislumbra una escena animada de gran armonía compuesta por el amigo y un grupo de niños. En su imaginación recrea la imagen de ella y Hassan recorriendo juntos el camino a casa.
La tristeza de Xīn líng se asemeja a un sauce en mitad de la niebla. Siente como si algo se hubiera resquebrajado, como si se percibiera una grieta en su alma.
Alza la mirada al cielo que, contagiado de su espíritu, le devuelve el color sombrío del invierno. Cierra los ojos y, como una estrella fugaz, se introduce en el cerebro. Va recorriendo sus entramados con delicadeza y, según los transita, van convirtiéndose en un remanso de paz. Y así como una línea de luz atraviesa sin previo aviso cualquier descuido que se le presente; de ese modo tan lúcido se presentaron de improviso las palabras.
La amistad es el afecto más grande y desinteresado de todos los que existen. Y es en ese desinterés donde estriba su grandeza.

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