Como un tren que circula por una montaña rusa en un
vaivén delirante, la sangre se precipita veloz por las venas del grupo de
amigos que, tras el juego, corren exhaustos a los bancos del parque. Xīn líng
posa los pies desnudos sobre la tierra húmeda de lluvia, y siente como la
conciencia vuela a sus profundidades. Percibe la labor incesante de las raíces
que alimentan de oxígeno su alma.
Una brisa cálida pero melancólica ondula por el aire
como ese globo que se desprende en silencio de la mano de un niño. El destello
de amargura en los ojos de Shùn, colisiona con la alegría del grupo. Shùn tiene
en su cuerpo un mecanismo cuyas teclas funcionan con códigos diferentes al
resto. Un esfuerzo mayor del permitido, le abocaría a cerrar las puertas de su
mundo.
Xīn líng, sorteando tormentas en sus pensamientos, se sumerge
con delicadeza en el cerebro. Y, así como un simple interruptor es capaz de henchir
de luces un bello castillo; las palabras, al sentirse acariciadas, inundan de claridad
la inteligencia:
A veces la vida te deja un tiempo en la cuerda floja. Cuando
ocurre a una edad temprana, es triste, pero se compensa con alicientes que, de otra
manera, nunca se hubieran saboreado.
Shùn (顺) significa “suave”
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