El Mundo pisó el acelerador y emprendió una carrera
fantástica por el Universo. El cielo, mecido entre algodones de plata, abrió
las compuertas y esparció todo el confeti acumulado en su interior. La Luna y
el Sol inauguraron un nuevo baile con la complicidad de las estrellas. Y éstas dispusieron
una orquesta con sus mejores luces y fuegos de artificio. Una explosión de
júbilo entonó las primeras notas de la fiesta de fin de curso de Xīn líng.
La alegría, al igual que esas fuentes que no paran de
manar agua, comenzó a desbordarse originando pequeñas cascadas de felicidad. Xīn
líng está pletórica. Shuǐ,
Buku, Shùn, xiǎo
yun, y Uma, forman un grupo variopinto,
al que se siente profundamente unida.
Las risas cabalgan nerviosas por el aire, con el mismo
temor placentero que se experimenta al subir a una noria gigante. El grupo de
amigos se dispone a recitar un poema que pondrá música a sus sentimientos:
Ni
el tiempo,
ni
el viento desnudando
de
hojas al otoño,
apartará
los tules
del
afecto
Ni
la niebla,
ni
la pugna de ideas
o de
credos,
anegará
los campos
ya
sembrados
Ni
la sombra del miedo,
ni
el alarido,
soltará
la mano
del
amigo
La
luna sonríe y danza
observando
complacida
La
alianza.